La maldad es solo una mitad de nuestra naturaleza, una mitad que lleva mucho tiempo siendo explotada en la literatura y en muchas de las expresiones culturales de hoy en día. Sin embargo no parece un tema popular, no en tiempo oscuros. Temas como el amor, la pasión y la belleza parecen haber sido el centro de las letras en muchos géneros y movimientos pero olvidamos que la parte dionisíaca del alma está compuesta del amor, la pasión y la belleza de la irracionalidad, y no me parece que esa otra cara de la belleza clásica no pueda ser la del terror y el horror: en la maldad también hay armonía, una no lógica interna que solo responde a su propia sed de atrocidad. Un acto sibilino de maldad es perpetrado sin testigos, ¿ha ocurrido ese acto? Entra en escena la importancia del testigo, de la observación, la complicidad y el horror, en definitiva, la decisión de seguir mirando o huir del lugar. El asesino se convierte entonces en sabueso y nuestros pasos sobre el texto en deleite sobre el mal ajeno: un aperitivo cárnico frío sobre la acera.
Me gustaría agradecer a Sergio Lojendio este estupendo artículo, que destila la presunción del autor y obtiene la esencia de la presunción de culpabilidad de unos textos que han tardado en ver la luz, tal vez porque debían descansar antes de la batalla de la publicación.
Finalmente, solo me resta agradecer a los medios, a tantos amigos y lectores su complicidad en estos crímenes colectivos, desde la complicidad y el deseo de protagonismo.
Fuente: http://eldia.es/cultura/2016-05-11/27-maldad-parte-cotidiano.htm
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